miércoles, 18 de agosto de 2010

Mikel Ayestaran: Sangrienta cuenta atrás en Irak

MUNDO


Sangrienta cuenta atrás en Irak

18.08.10 - 02:04 - MIKEL AYESTARAN


Un suicida mata a 60 personas al detonar una carga explosiva en una cola de recluta que aspiraban a enrolarse en el nuevo Ejército .Los atentados recobran protagonismo ante la inminente retirada de las tropas estadounidenses.Bagdad revivió ayer las escenas de sus peores días de posguerra. Al menos sesenta personas murieron y más de cien resultaron heridas después de que un terrorista suicida hiciera explotar su carga en mitad de la cola formada por reclutas que aspiraban a enrolarse en el Ejército iraquí. El atentado se produjo a las puertas del edificio que se usaba como Ministerio de Defensa durante el Gobierno de Sadam Hussein, convertido en centro de reclutamiento y base militar tras la invasión norteamericana del país pérsico en 2003.

En una zona céntrica, muy cerca de una popular estación de autobuses, y a las siete y media de la mañana, una hora muy concurrida, la acción terrorista combinó todos los factores necesarios para provocar una masacre que eleva a casi doscientas el número de víctimas iraquíes en este mes de agosto. Una matanza que sigue los patrones de los días en los que Estados Unidos manteníamos de cien mil hombres en el país, un despliegue que tampoco lograba evitar los macroatentados en la capital.

Los altos mandos iraquíes asumieron la responsabilidad de lo ocurrido al reconocer que «las medidas de seguridad adoptadas en comparación con el número de voluntarios que se habían presentado no eran suficientes», según el portavoz del centro de operaciones de Bagdad, el general Qasem Ata. En un país con una cifra de paro no oficial ronda el 60% el Ejército y la Policía se han convertido en una salida casi única para gran parte de los ciudadanos en edad de trabajar.

La sombra de Al-Qaida

Testigos presenciales declararon a los medios locales que las colas ante el centro de reclutamiento eran muy importantes y que la gente había pasado la noche durmiendo en las aceras para poder estar en los primeros puestos a la hora de la apertura de las puertas. Otro portavoz militar, el general Qassim al-Moussawi, apuntó a Al-Qaida como la culpable de una de las acciones más sangrientas que ha sufrido Bagdad en este 2010.

En unas fechas marcadas por la inminente salida del país de las fuerzas de combate norteamericanas -el próximo día 31 se celebrará lo que Washington ha bautizado como «transición»-, los grupos armados de la oposición parecen dispuestos a recobrar el protagonismo e Irak vuelve a los titulares a causa de los atentados. Los mandos militares discuten públicamente sobre la conveniencia o no de la salida norteamericana -que se produciría de acuerdo con el pacto de seguridad firmado por George W. Bush y Nuri al-Maliki en 2008-, pero desde Washington se repite por activa y por pasiva que nada modificará el plan previsto porque consideran que la situación de seguridad es «positiva» y «el número de incidentes violentos permanece en sus niveles más bajos desde el inicio de la guerra», según aseguró el subsecretario adjunto de la Secretaría de Defensa, Colin Kahl.

Un país descabezado

Siete años después de la caída de Sadam Hussein las unidades de combate americanas dejan a sus espaldas un país descabezado, sigue sin haber acuerdo de gobierno tras las elecciones del 7 de marzo y esta misma semana se han suspendido las negociaciones entre los dos bloques más votados, y con una situación de seguridad en retroceso con cifras de muertos civiles más altas que en Afganistán en los dos últimos meses. 50.000 americanos se quedarán en el país árabe al menos un año más para completar la formación de las unidades nacionales, aunque el responsable de las fuerzas iraquíes, Babaker Zerbari, pidió al menos que esta presencia se alargara hasta 2020.

Irak no tiene Gobierno y en mitad de la espiral de violencia en la que se encuentra el país la coalición que ganó las elecciones con 91 escaños, Iraquiya, bloque encabezado por el ex primer ministro Iyad Alawi, anunció la suspensión del diálogo con la coalición del Estado de Derecho, del primer ministro, Nuri al-Maliki, que obtuvo dos escaños menos. La situación ha entrado en una especie de callejón sin salida y esa inestabilidad en la arena política es aprovechada por la insurgencia para reforzar su posición después de varios meses en los que sus líderes han sido neutralizados uno detrás de otro.

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