domingo, 15 de agosto de 2010

Estatua de Hernán Cortés

Hernán Cortés casi 500 años después, sigue impune hasta las barbas, conquistador criminal de guerra al que los Aztecas en un principio confundieron con Quetzalcoatl y después se dieron cuenta que no era mas que un gandalla halcón del imperialismo español que traía como misión hacer de este país una nación tercermundista doblegada al papa de roma y poblada de fanáticos que chupan mientras ven futbol y donde se permiten las corridas de toros, la cocacola y los jotdogs.

Para que no quede tan impune algunos aztecas han teñido su estatua con pintura roja; en el monumento, el conquistador pisa la cabeza de un indígena. “Es una glorificación cruel del genocidio y un insulto para México”, alegan los presuntos responsables.

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