CULTURA
Los secretos de un Velázquez
03.08.10 - 01:49 - MERCEDES HERVÁS
NUEVA YORK.
La minuciosa limpieza y examen de un cuadro del monarca, que se expondrá en octubre en la Frick Collection, revela que fue cortado .El retrato de Felipe IV culmina el ambicioso despliegue del arte español en Nueva York.Fue una de las obras maestras más caras y apreciadas que poseyó el magnate estadounidense del carbón Henry Clay Frick y ahora «ha vuelto a la vida», dicen sus restauradores. Resplandeciente gracias a una exquisita limpieza, Felipe IV reinará este otoño sobre la temporada artística neoyorquina. Su retrato, el último en que Velázquez presentó al soberano con traje militar y bastón de mando, culmina el lujoso despliegue de arte español que ofrecerá tras el verano uno de los museos más refinados de Nueva York, la Frick Collection, en una exposición monográfica titulada 'El Rey de guerra: el retrato de Felipe IV por Velázquez'.
«Hay relativamente pocas obras de Velázquez fuera de España y conseguir comprar un retrato totalmente documentado del rey fue un tremendo logro», explicó en su día Edgar Munhall, conservador honorario del museo. Frick lo adquirió en 1910 y lo valoraba tanto que incluso decidió que apareciera tras él, en el retrato póstumo que le hizo en 1925 sir Gerald Kelly. Tras el fallecimiento del multimillonario coleccionista, en 1919, la impresionante muestra de grandes obras de maestros europeos y españoles que logró reunir, incluyendo varios 'grecos' y 'goyas', se abrió al público. Corría el año 1935 y el retrato de Felipe IV se colgó en el Salón Oval del palacete que Frick tenía en la Quinta Avenida neoyorquina, ya transformado en museo.
Precisamente al mismo lugar regresó este enero, tras la meticulosa limpieza efectuada por Michael Gallagher, experto del Centro de Conservación Sherman Fairchild del Metropolitan Museum. Las seis décadas transcurridas desde que se limpió por última vez, en 1947, habían creado un velo de cera y barniz que oscurecía el semblante serio del monarca y no permitía apreciar, en todo su esplendor, la brillantez dada a su traje por Velázquez. «Se han eliminado múltiples capas de barniz descolorido y, por primera vez en décadas se puede apreciar el extraordinario virtuosismo y la seguridad de la técnica del pintor, la sutileza y sensibilidad de la composición», explica el conservador jefe de la Frick, Jay Sharp.
Estudio técnico
Junto a la limpieza se ha realizado por primera vez un estudio técnico del cuadro, por medio de microfotografías, radiografías y reflectografía infrarroja, que ha revelado los secretos de la tela, incluyendo el corte de más de tres centímetros sufrido por su borde inferior en algún momento de su larga historia. Los resultados de este minucioso examen permitirán a la Frick presentar el retrato, a partir del 26 de octubre, en el contexto de su función dentro del complejo panorama artístico, político, religioso y guerrero en que fue pintado.
El 'Felipe IV de Fraga', como se conoce la tela desde hace siglos, fue realizado por Velázquez en junio de 1644. El monarca se hallaba inmerso en una campaña militar para expulsar a Francia de los territorios catalanes que había ocupado, cuando el principado catalán se rebeló contra la autoridad de la Corona y se alió con los galos, rebelión conocida como la Guerra dels Segadors. En febrero de 1644, el soberano partió de Madrid hacia Aragón acompañado de un séquito de 500 personas, para encabezar las operaciones y en mayo de ese año sus tropas capturaron la localidad de Fraga, desde donde se lanzó el asedio a Lérida. Fue allí donde encargó a Velázquez, que formaba parte del séquito, la realización de su retrato, vistiendo el traje de militar que lució en el frente.
Según documentos de la época, el pintor sólo necesitó que el monarca posara tres días en el estudio improvisado a toda prisa en una casucha en ruinas con suelo de paja, donde Velázquez tuvo que mandar abrir una ventana para que hubiera luz suficiente para pintar, y los carpinteros reales fabricaron incluso un caballete para un lienzo de 1,3 por 1 metros. A finales de junio la tela fue enviada a Madrid donde se exhibió en una iglesia el 10 de agosto, bajo un dosel bordado en oro, precisamente el día en que Lérida caía de nuevo en manos españolas. Aunque Velázquez respetó en su obra la sobriedad preferida por los Austrias, la brillantez del atuendo marca el carácter conmemorativo del triunfo que emana el retrato. Gracias a la limpieza «ahora apreciamos en toda su extensión la postura del monarca, el peso de su traje y la penetración de su mirada», subraya Jay Sharp, emocionado por esta joya de lo mejor del arte español que reina bajo los rascacielos.
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